#2 Aprendizajes del verano - Mirar a lo pequeño.
Un escarabajo, un lugar, un aprendizaje y una canción.
Queridx valiente,
Estos días bañados de nerviosismo por lo que pudiera pasar, han sido días de sentir que a veces una no tiene el control. Pero me he dado cuenta, en estas semanas de descanso, que precisamente en esos momentos, es extremadamente importante volver a lo pequeño: a los pequeños rituales, a las cosas que nos hacen sentir bien y a lo que podemos controlar, para no dejarnos apabullar con el ruido externo y tener la capacidad de volver a nuestro centro.
Así que volviendo a los pequeños placeres y buenas costumbres, dale al play para sumergirte en la lectura
Suena: "Motion Sickness" de Phoebe Bridgers
Estábamos en el bosque.
Las luces empezaban a recorrer los rincones entre la hojarasca verde intenso, con una verticalidad y un color anaranjado preciosos.
Caminábamos sin rumbo.
Sin esperar nada.
Sin prisa.
¿Cuánto hacía que no caminaba sin prisa y sin mirar el reloj? ¿Sin una presión interna de “tienes que hacer algo provechoso con tu tarde, aunque sea trayéndote un puñado de fotos bonitas para luego poder publicar algo después”. Mucho tiempo.
Esta vez, me dejé la presión en Madrid.
Me lo dijo F con mucha gracia: “He dejado una caja en la entrada de casa para que dejes ahí las presiones internas, las prisas, los trabajos y las exigencias.” Me encantó esa “regla” para nuestra semana de vacaciones.
Me apetecía muchísimo una semana de verdaderas vacaciones. De esas en las que te tiras en el sofá durante horas leyendo o viendo una película y todo está bien. Aunque también me conozco y sé que al menos, necesito un par de semanas para desconectar del todo. Pero la intención funcionó.
Volvamos al bosque —
Estábamos en ese bosque precioso, de un verdor impresionante, donde no se escuchaban más que los pájaros y las hojas crujiendo bajo nuestros pies.
Normalmente, atendería a la grandeza de la naturaleza que te envuelve sin pudor, pero esta vez, y como solía hacer de pequeña, empecé a fijarme en lo pequeño.
Decidí acercarme a las cortezas de los árboles, agacharme para mirar los tesoros que encontrábamos a nuestro paso en el suelo — Las que me seguís, sabéis que me encanta recoger piedrecitas como souvenir, aunque diría que es más que un souvenir, es un ritual en cada lugar que me toca un poquito el corazón, es una forma de llevarme un recuerdo físico, además de las fotos. Incluso, a veces, las fotografiamos después haciendo un bodegoncito para que quede como registro. Mi casa está llena de pequeños bodegones de los sitios donde hemos estado en los últimos años. — En busca de esos pequeños tesoros y dejándote seducir por los detalles en miniatura, encuentras cosas nuevas: hojas bonitas, cortezas y un sin fin de animalillos moviéndose bien despacio… Ahí, me di cuenta de que tanto el tiempo como el espacio son totalmente relativos y directamente proporcionales a tu tamaño.
Recuerdo que me ocurrió exactamente lo mismo el año que me fui de Road Trip en Canadá pero al revés, la naturaleza es tan tremendamente gigantesca que te sientes inmensamente pequeña, pero esto es otra historia.
Así que en ese afán de la búsqueda de lo pequeño, el animal que más nos encontramos aquel día fue el escarabajo.
Como me gusta la simbología y, especialmente desde que empecé a estudiar Coaching y PNL, trato de aunar de una forma más directa elementos que aparecen en mis fotografías con conceptos y elementos arquetípicos. Así pues me pareció una estupenda idea buscar la simbología del escarabajo.
En el antiguo Egipto, el escarabajo pelotero era considerado un animal de poder, con una gran simbología. Se le consideraba un símbolo solar, relacionado directamente con el Dios Kepri, forma de Ra, el dios del sol y del origen de la vida. De hecho, los llevaban de amuletos como símbolo de fertilidad y suerte.
A día de hoy, es uno de los souvenirs más típicos.
Tan importantes eran los escarabajos en su cultura, que hasta su símbolo formaba parte del culto funerario. Y eran las tumbas ese espacio que daba paso a la nueva vida (muerte -resurrección).
El escarabajo, forma bolas de estiércol, que van moviendo de un lado a otro. En él, depositan sus huevos para después enterrarlo. De ahí surgirán después nuevos escarabajos. Las bolas eran asociadas con el sol y el nacimiento de los escarabajos, un milagro de la vida.
Estos interesantes animalillos, cuando los vas a tocar, se quedan totalmente inmóviles, haciéndose “los muertos” ante un posible peligro. Por lo que el escarabajo nos enseña que a veces, lo aparente no es realidad y que las apariencias, engañan.
Además de todo esto, yo saqué una enseñanza maravillosa:
El espacio y el tiempo son relativos. Hay todo un mundo a nuestros pies. Vamos tan cegados a veces, en nuestro día a día con los “quehaceres” y las “To do Lists” que se nos olvida que hay vida mucho más allá del horizonte.
Qué importante es desviar la mirada para obtener nuevas experiencias y aprendizajes y que, todo lo que ves, no es todo lo que hay.
Mi queridx valiente, espero que te haya gustado esta píldora de mis enseñanzas de verano y que, si te gusta, lo compartas para que mucha más gente pueda disfrutarla.
Un beso, un chapuzón y mucha energía,
Erea Azurmendi
Un placer leerte, como siempre 🩶
Bienvenida a Substack Erea. Ya habías tardado. Gracias por tu aprendizaje sobre las miniaturas que se nos pasan de largo... 🌷😘