Mañana hace 7 años que entré en un quirófano por primera vez en mi vida y no sabíamos si iba a salir (viva, evidentemente)... Salí. No fue fácil. En menos de un mes me tocó pasar dos veces más por aquella camilla metálica, helada, y esa visión del mundo cuando tú entras tumbada y ves a todos mirando desde arriba.
La vida me cambió para siempre. Ya no trabajo, por ejemplo. Aquel tumor me trajo de “regalo”, días de 24 horas para disfrutarlos a mi aire.
La vida no es un jardín de rosas. Pero hoy no toca hablar de las dificultades. Toca decir que si. Que cuando eres consciente de que estás de paso y que un día cualquiera (yo me levanté, desayuné y me fui a trabajar como otro lunes cualquiera, pero no sabes que no volverás a pasar por tu cama hasta más de 20 días después)... Y cuando sobrevives a algo así. Todo, sobre todo lo más pequeño, se celebra y se vive como especial.
No voy a mentir. Me siguen quedando miedos. Algunos me limitan mucho. Pero la vida es infinitamente mas sencilla de lo que nos pensamos. Y nos ponemos trampas a nosotras mismas y no nos dejamos disfrutar.
Yo escribo desde el tren. No voy a París, viajo a Madrid. A pasar tres días con mis padres y algo tan sencillo como comer hoy con papá (me ha preparado bacalao), o visitar a mamá esta tarde en la residencia, son algo especial.
(Y mañana, desayunar porras en un bar. Jajajaja. Madrileña de ADN)
Wow Marta. Te leo desde el tren camino de un autobús, que me llevará hasta mi destino. Me he emocionado leyéndote, Valiente. Gracias infinitas por compartir tu historia.
Y me alegro muchísimo de que “un supuesto bache en el camino (si me permites llamarlo así”, se convirtiera en una nueva oportunidad.🫶🏻
Disfruta del bacalao de tu padre, del tiempo con tu mamá y de las maravillosas porras por favor!!!!
Mañana hace 7 años que entré en un quirófano por primera vez en mi vida y no sabíamos si iba a salir (viva, evidentemente)... Salí. No fue fácil. En menos de un mes me tocó pasar dos veces más por aquella camilla metálica, helada, y esa visión del mundo cuando tú entras tumbada y ves a todos mirando desde arriba.
La vida me cambió para siempre. Ya no trabajo, por ejemplo. Aquel tumor me trajo de “regalo”, días de 24 horas para disfrutarlos a mi aire.
La vida no es un jardín de rosas. Pero hoy no toca hablar de las dificultades. Toca decir que si. Que cuando eres consciente de que estás de paso y que un día cualquiera (yo me levanté, desayuné y me fui a trabajar como otro lunes cualquiera, pero no sabes que no volverás a pasar por tu cama hasta más de 20 días después)... Y cuando sobrevives a algo así. Todo, sobre todo lo más pequeño, se celebra y se vive como especial.
No voy a mentir. Me siguen quedando miedos. Algunos me limitan mucho. Pero la vida es infinitamente mas sencilla de lo que nos pensamos. Y nos ponemos trampas a nosotras mismas y no nos dejamos disfrutar.
Yo escribo desde el tren. No voy a París, viajo a Madrid. A pasar tres días con mis padres y algo tan sencillo como comer hoy con papá (me ha preparado bacalao), o visitar a mamá esta tarde en la residencia, son algo especial.
(Y mañana, desayunar porras en un bar. Jajajaja. Madrileña de ADN)
Wow Marta. Te leo desde el tren camino de un autobús, que me llevará hasta mi destino. Me he emocionado leyéndote, Valiente. Gracias infinitas por compartir tu historia.
Y me alegro muchísimo de que “un supuesto bache en el camino (si me permites llamarlo así”, se convirtiera en una nueva oportunidad.🫶🏻
Disfruta del bacalao de tu padre, del tiempo con tu mamá y de las maravillosas porras por favor!!!!
Un abrazo gigante
Ya era disfrutona de serie, pero ahora, tengo un máster. Jajajaja.
Disfruta París y sigue regalándonos tus bonitas letras y por supuesto, las fotos. ❤️
Gracias hermosa!!!!